8 de mayo de 2010

Princesa III

Aún llevo tu vestido, aunque tuve que rasgarlo para avanzar más rápido. Ahora los puños me sangran, de pelearme con la vida; tengo los pies heridos, de andar descalza y los ojos hundidos, de ser sólo llanto.

Ahora ya nadie piensa que sea una princesa.

Princesa II

Cuando comprendí que nunca podría ser la princesa del cuento, cuando comprendí que jamás sería feliz imaginando serlo, tuve que salir corriendo. No había otra manera. No podía destrozarte a ti también, no podía permitir que vieras que ni era hermosa, ni especial, ni era una princesa, ni jamás te había amado.

Pero sobre todo, debía evitar que comprendieras que tampoco tu me habías amado a mi.

Para mi ya era tarde. Yo ya había comprendido que los cuentos de hadas no existen, y que si miras bien, puedes ver que todo lo que nos rodea es sólo un decorado, con actores y un guión. Yo ya había comprendido que todo era una mentira.
Yo ya estaba muerta por dentro, ya era adulta.

Pero tu aún podías salvarte. Aún creías que todo era real, que nuestro amor era real. Yo no podía ser tu princesa, ya no. Pero estaba convencida que acabarías encontrando a alguien capaz de ser feliz en vuestro pequeño mundo de cartón.

Por eso tuve que marcharme, de noche y a oscuras, con mis zapatos en la mano, sin hacer ruido para no despertarte, y echar a correr. Tan rápido que nunca me alcanzaras, que nunca me encontraras.


Hoy me acordé de ti. Pensé que después de tanto tiempo merecías saberlo.

Quizás me equivoqué entonces y no debí huir sin ti.

O quizás me esté equivocando ahora.

Princesa I

Recuerdo que me mirabas, pero no me veías. Tu creías verme.
Pero no podías estar más equivocado.
Sólo veías lo que querías ver.

Imaginaste que era preciosa. Y yo dejé que lo creyeras.

Imaginaste que era especial. Y yo dejé que lo creyeras.

Imaginaste que era tu princesa. Y me comporté como tal.

Imaginaste que me amabas. Y yo lo imaginé también.


Pero no me amabas a mi, porque ni siquiera llegaste a conocerme.
Amabas a la persona que creías que era.

Pero no podías estar más equivocado.

7 de mayo de 2010

Igual que Alicia sin ciudad

Aeropouertos

unos vienen otros se van

igual que Alicia sin ciudad.




El valor para marcharse ...

... el miedo a llegar.

3 de mayo de 2010

¿Por qué todo es tan difícil con lo fácil que es?


perdimos batallas entre los dos

perdimos un mundo de color

perdimos la vida y perdimos la razón